Es muy probable que muchos de los veterinarios/as que estáis leyendo os sintáis identificados/as con este artículo.
Has trabajado en varias clínicas, o hasta puede que hayas abierto tu propia clínica. Siempre te has esforzado por crear un ambiente amable y profesional, pero con el tiempo empezaste a notar algo preocupante: tu equipo evitaba discutir ciertos problemas. A pesar de que la clínica parecía funcionar perfectamente, en su interior se gestaba un ambiente de tensión.
Esta situación, conocida como conflictos ocultos, ha sido ampliamente estudiado por Leslie A. Perlow, profesora de liderazgo en la Harvard Business School, quien demostró que cuando los empleados evitan expresar sus preocupaciones por modestia, respeto, prudencia o simplemente por no meterse en problemas, la productividad y la moral del equipo se ven gravemente afectadas. En este artículo, exploraremos las razones por las que los trabajadores se callan, cómo esto impacta negativamente a la clínica veterinaria y qué estrategias pueden implementarse para fomentar la comunicación.
El concepto de conflictos ocultos fue desarrollado por Leslie A. Perlow en su estudio sobre el impacto del silencio en las empresas When You Say Yes but Mean No: How Silencing Conflict Wrecks Relationships and Companies... and What You Can Do About It publicado en 2003. Se refiere a problemas en el trabajo no expresados que, aunque no se manifiesten abiertamente, afectan el desempeño y la moral del equipo. Estos conflictos suelen ser el resultado de la falta de comunicación, el miedo a represalias o una cultura laboral que desalienta el debate abierto.
En el contexto de una clínica veterinaria, estos conflictos pueden surgir cuando los empleados prefieren callar problemas en lugar de discutirlos, lo que genera frustración, errores y un ambiente laboral cargado de negatividad.
El entorno de una clínica veterinaria es dinámico y lleno de retos. El estrés del día a día, el trato con clientes preocupados y la carga emocional (tanto positiva como negativa) del trabajo pueden contribuir a que los empleados eviten conflictos innecesarios. Sin embargo, este silencio puede ser perjudicial para el crecimiento del negocio y la satisfacción de todo el equipo.
Muchas veces, los empleados se callan porque sienten que:
Esta cultura del silencio solo perpetúa problemas y afecta la eficiencia de la clínica.
En muchas clínicas, los veterinarios sienten que sus inquietudes son menores o que no merecen atención, lo que lleva a que los problemas se acumulen sin resolverse. Pensamientos como "seguramente es porque no lo entiendo bien. No quiero molestar a los demás con mis dudas" hacen que las dudas, inquietudes y problemas se vayan acumulando en el veterinario.
Cuando un veterinario cree que el dueño de la clínica se está equivocando en algo, ya sea en un diagnóstico o en una gestión administrativa de la empresa pero, por respeto a su superior, evita cuestionarlo. Esto genera frustración, ya que el veterinario puede sentir que podría aportar mejoras, pero no se atreve a hacerlo.
En muchas clínicas, los empleados temen represalias si hablan. Pueden pensar que, si se quejan de un problema, serán vistos como conflictivos o poco profesionales. Este miedo paraliza a los equipos y perpetúa una cultura tóxica de silencio.
Cuando los problemas se han normalizado, los empleados dejan de intentar cambiarlos. "Siempre ha sido así", piensan. Esta resignación hace que las ineficiencias se conviertan en parte de la rutina diaria, afectando mucho a la calidad del servicio y a la satisfacción del cliente.
Las clínicas veterinarias que fomentan una cultura de silencio enfrentan múltiples problemas que van a comprometer su estabilidad y éxito a largo plazo. Aunque al principio el silencio puede parecer una forma de evitar conflictos, en realidad acumula tensión en el equipo y daña el entorno de trabajo.
Estas son las consecuencias que puede tener el no hablar ni atreverse a señalar los problemas de la clínica:
Cuando los empleados no pueden expresar sus inquietudes, acumulan frustración. Se sienten impotentes y desmotivados, lo que impacta directamente en su desempeño y en su compromiso con la clínica.
Si un empleado siente que su voz no es escuchada, puede desarrollar resentimiento hacia sus compañeros o jefes. Esto deteriora el ambiente laboral y fomenta conflictos internos.
Los problemas no abordados generan errores constantes. En una clínica veterinaria, esto puede significar desde una mala gestión de citas hasta errores fatales en tratamientos o diagnósticos.
Cuando los empleados sienten que su opinión no importa, buscan otras oportunidades laborales. La alta rotación impacta en la estabilidad de la clínica y en la relación con los clientes.
El estudio de Leslie A. Perlow demuestra que, cuando los empleados sienten que no pueden hablar abiertamente, la innovación se ve gravemente afectada. Las ideas nuevas y las mejoras se pierden, limitando el crecimiento del negocio.
Para evitar los efectos negativos del silencio en el trabajo, hay que construir un ambiente en el que todos los empleados se sientan cómodos expresando sus preocupaciones y sugerencias. La comunicación abierta no solo fortalece el equipo, sino que también mejora la eficiencia de la clínica.
Ya sea reuniéndose con cada empleado o colocando un buzón de sugerencias anónimas, todo el feedback que va de abajo arriba es una oportunidad para potenciar la clínica.
Reuniones periódicas, individuales o en grupo, donde los empleados puedan expresar sus opiniones sin miedo a represalias es fundamental. Estas reuniones deben enfocarse en la mejora continua y no en la crítica. En casos más extremos, poner un buzón de sugerencias anónimas puede hacer de espacio seguro para los empleados.
Los dueños y gerentes deben estar preparados para escuchar opiniones sin tomarlas como ataques personales. La retroalimentación constructiva es una herramienta poderosa para mejorar la clínica.
Las reuniones cortas y frecuentes, individuales o en grupo, pueden ayudar a identificar problemas antes de que se conviertan en crisis. Incluir espacios para sugerencias y mejoras motiva a los empleados a hablar. En este punto también se puede incluir un buzón de sugerencias anónimas.
Incentivar la participación activa y reconocer a los empleados que ofrecen soluciones puede cambiar la cultura de la clínica. Un equipo que se siente escuchado trabaja con más motivación y compromiso.
Si tu clínica no funciona como te gustaría, podrías revisar este sistema de feedback por parte de los veterinarios porque ahí puedes encontrar la solución. Implementa un sistema de retroalimentación, individual, en grupo o anónima y, en pocos meses, notarás un cambio positivo: los empleados estarán más motivados, las operaciones eran más eficientes y la calidad del servicio al cliente también mejorarán notablemente.
El silencio en una clínica veterinaria puede parecer inofensivo, pero en realidad es el enemigo silencioso que erosiona el negocio desde dentro. Como demuestra el estudio de Leslie A. Perlow, fomentar la comunicación abierta no solo mejora la productividad, sino que también fortalece las relaciones laborales y la satisfacción de los clientes.
Si quieres asegurarte de que tu clínica veterinaria funcione de manera óptima y evitar los efectos negativos de los conflictos ocultos, es momento de actuar. La clave está en escuchar, mejorar y construir un ambiente donde todos se sientan valorados.
Puedes hacer por ti mismo/a pero, si necesitas ayuda o no sabes por dónde empezar, en VetStrategies Consulting te ayudamos a desarrollar una comunicación efectiva, optimizar sus procesos internos y fortalecer el liderazgo para crear un equipo motivado y comprometido. A través de asesorías personalizadas, estrategias de gestión y herramientas prácticas, te guiamos para transformar el ambiente laboral de tu clínica, reduciendo conflictos silenciosos y potenciando la eficiencia y el bienestar del equipo.
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